Desde el jueves pasado es oficial, el Teatro de Cámara de Múnich, como el resto de teatros e instituciones culturales municipales está cerrado al público. Nosotros seguimos trabajando. No sabemos hasta cuándo será posible trabajar desde el teatro o si los próximos días tendremos que trabajar de forma remota desde casa. Pese a haber comunicado que es posible realizar la devolución de las entradas por correo electrónico o por teléfono, son muchos los que aún se acercan a la taquilla del teatro. Hay quienes preguntan cuándo volverán las actuaciones. Otros se quejan abiertamente porque ahora «oficialmente estaremos de vacaciones durante las próximas cinco semanas.» Esto solo confirma la tesis del homo homini lupus. ¡Señoras y señores, se trata de un tema muy grave que nos afecta a todos! ¿Es posible ofrecer cultura en tiempos del coronavirus?
Escenario digital
Desde la semana pasada trabajamos para poder ofrecer online nuestras producciones (estrenos incluidos) en abierto para el público. No es una tarea fácil. Primero hemos de prepararnos para trabajar en turnos evitando los posibles contagios dentro del equipo técnico y humano del teatro. Además de eso, contamos con las pérdidas económicas por la devolución de todas las entradas vendidas para las funciones previstas entre el 11 de marzo y el 19 de abril. Pero no es eso lo que me preocupa. Me preocupa que se pierda el valor del teatro, de ir al teatro. Probablemente para muchos jóvenes significará que el teatro cae en el olvido, porque se sentarán en casa a ver los contenidos que ofrecen Sky o Netflix.
Con todo mi respeto para quienes trabajan con estas plataformas, necesitamos también otra cultura. Necesitamos cultura en tiempos del coronavirus, necesitamos teatro. Necesitamos ese espacio físico y temporal que compartimos con actores y público. Es un espacio que nos brinda un momento de reflexión, de introspección en nosotros mismos como individuos y como sociedad colectiva. Es un espejo en el que ver el mundo y nuestro propio reflejo en él. El teatro es ese callejón del gato con sus espejos que inspiró los esperpentos de Valle-Inclán. Por eso, ahora más que nunca, hacemos lo posible para mantener ese espacio único abierto. Queremos acercar el escenario a todas y cada una de las personas que quieran confrortar sus inquietudes, su curiosidad, sus preguntas y emociones fruto de la sociedad global en la que vivimos.
Homo homini lupus en tiempos del coronavirus
Las consecuencias sociales se notan en cada viaje en transporte público. La gente está irritable, cualquier gesto, estornudo o giro de cabeza se interpreta como una amenaza. La semana pasada entré en una tienda. Cuando me dirigí a la dependienta, ésta me espetó un: ¿Usted vive en Alemania o en Italia? Me quedé tan bloqueada que me limité a responder no y a añadir: ¿Puede decirme si tienen el champú que estoy buscando? Al principio el racismo socialmente aceptado contra seres humanos de rasgos asiáticos se hizo notar. Ahora lo hace la discriminación frente a los que tenemos rasgos italianos o españoles. Es triste, muy triste. Afortunadamente, cuando todo haya quedado atrás, aún tendremos espacios culturales como el teatro que nos recuerden que cada uno de nosotros forma parte de la humanidad.